El estudio del Derecho

El estudio del derecho.

Miguel Carbonell.
Director del Centro de Estudios Jurídicos Carbonell AC.

www..centrocarbonell.mx


Una de las reflexiones más importantes y necesarias que tenemos que hacer se refiere a la manera de enseñar y aprender el Derecho. El Derecho se encuentra en constante transformación, lo que nos obliga a estar actualizados en los métodos de trabajo que se utilizan en las escuelas y Facultades de Derecho.

La responsabilidad recae tanto en docentes como en los alumnos, por esta razón, me gustaría hacer una serie de recomendaciones que generalmente no se ven en la carrera de Derecho pero que son de gran utilidad en la formación profesional:


1.     Aprende un idioma poco común.
Doy por hecho que el inglés es indispensable para la vida personal y profesional en el siglo XXI. No hace falta insistir en ello. Quien no lo entienda y lo tenga claro simplemente está desperdiciando su presente y poniendo trabas a su futuro.
Pero lo que considero que puede ser un poderoso activo en su formación como futuros abogados es dominar un idioma extranjero diferente del inglés. Eso les va a abrir muchas puertas en el campo profesional. Consideren que México tiene una de las economías más abiertas del mundo. Son muchas las empresas que vienen a México a hacer negocios y que requieren de asistencia jurídica en múltiples aspectos.

2.     Especialízate.
La época de la práctica jurídica “generalista” llegó a su fin. Por una parte, es muy complicado dominar todos los temas jurídicos con cierta profundidad y solvencia; la información en cada rama del derecho es tan amplia que si no nos especializamos nos vamos a quedar en la superficie de todo, pero no vamos a dominar nada. Por otro lado, los clientes buscan abogados que les garanticen que dominan los temas sobre los que les van a prestar asesoría o en los que los que van a defender en juicio.
  
La especialización es una de las claves del éxito y nos debe llevar incluso a descubrir pequeños nichos de oportunidad en el que seamos los mejores o tal vez hasta los únicos que ofrecemos servicios jurídicos.

3.     Aprende a cobrar por tu trabajo.
A todos nos ha pasado en algún momento; tan pronto nuestros familiares o amigos se enteran que estamos estudiando derecho, te consultan cualquier tipo de cuestión que se les ocurra, por extravagante o extraña que sea. Eso sí, les tienes que dar asesoría jurídica gratuita, ya que piensan que no te cuesta nada poner a su servicio tus conocimientos.
El derecho es una actividad profesional como cualquier otra. Ganar dinero con la práctica profesional de la abogacía es algo legítimo. No hay que regalar nuestro trabajo u ofrecer de forma gratuita nuestros conocimientos tan duramente aprendidos.
Puede ser que algunos abogados se dediquen a prestar servicios gratuitos para su comunidad o que funden una ONG para representar a personas pobres. Son personas ejemplares, que se guían por la bondad y el desprendimiento. Pero todos los demás profesionales de la abogacía tienen derecho a cobrar por sus conocimientos, asesoría o patrocinio de asuntos, sin sentir vergüenza o sin pedirlo con pena. Para saber más sobre el tema mira.

4.     Cuida tu imagen.
Hace poco unos colegas profesores discutían en Facebook si utilizar corbata añadía o no algo a la calidad profesional de los abogados. Se trata de un asunto que ni siquiera tendría que ser discutido: si quieres llevar asuntos que de verdad valgan la pena o relacionarte con clientes que te permitan pagar la renta de tu despacho, desde luego que debes usar corbata (en el caso de los caballeros) o trajes sastre (en el caso de las damas).   No lo necesitas si tu vida consiste en dar clases de filosofía del derecho, pero cuando aspiras a hacerte cargo de asuntos que llegan hasta la Suprema Corte más vale que además de saber mucho derecho, lleves un atuendo que te haga parecer abogado.
Recuerda que nunca se puede ser ni elegante ni educado en exceso. La buena educación y la buena imagen nunca sobran. Por el contrario, te pueden abrir muchas puertas y abonar al éxito profesional. Cuida tu imagen, pues a partir de ella –nos guste o no- las demás personas se forman una primera impresión (que suele ser la más duradera) de nosotros.

5.     Desarrolla una capacidad que te permita diferenciarte de los demás (para bien).
Como ya se lo podrán imaginar los estudiantes de derecho, la carrera que eligieron es una de las más demandadas del país. Desde hace muchos años, un número considerable de estudiantes elige formarse como abogado, pensando que con ello podría estar asegurando un buen futuro profesional. Lo cierto es que la obtención de un título de licenciado en derecho no te asegura ni que consigas trabajo ni que ese trabajo (cuando lo consigas) sea bien remunerado.
Por eso debes desarrollar alguna capacidad o competencia que te permita destacar por encima de los demás. Sea el dominio de un idioma, la facilidad de palabra, una red de contactos, el dominio de la jurisprudencia interamericana, el conocimiento del derecho comparado, una gran capacidad de escritura, lo que sea. Desarrollar una habilidad que te permita brillar dentro del gran número de personas con las que vas a competir en el terreno profesional. Para diferenciarte de los demás, hay que estudiar con los mejores.

6.     Aprende a negociar.
A lo largo de mis años como estudiante de derecho, escuché a muchos de mis profesores repetir una y otra vez que lo que hacían los abogados (los abogados de verdad, decían) era litigar: patrocinar asuntos ante los tribunales, promover cuanto recurso tuvieran a su alcance, luchar en la defensa de los intereses de sus clientes, ganar los pleitos en los tribunales, etcétera, etcétera.
Necesitamos desarrollar una cultura de la negociación entre los abogados, que evite que muchos asuntos tengan como única solución la vía judicial. De hecho, la Constitución ordena en el artículo 17 que existan leyes que contemplen mecanismos alternativos de solución de controversias, de forma que muchos asuntos se puedan resolver a través de la mediación, la conciliación, el arbitraje y otras vías que puedan ser más baratas y eficaces que un proceso judicial.
El problema de fondo que van a enfrentar los abogados en este nuevo tipo de enfoques profesionales es su falta de conocimiento de las técnicas de negociación. En la mayor parte de escuelas y facultades del país no solamente no se les enseña a los alumnos a negociar, sino que la idea misma de la “negociación” se ve como perniciosa, ya que se le suele asociar con actos de corrupción.
Lo que necesitamos es, por tanto, que los abogados aprendan que conviene mucho más a los intereses de sus clientes (e incluso a los suyos propios) llegar a soluciones negociadas y que adquieran las capacidades para poder desarrollar de forma adecuada una negociación.

7.     Busca un mentor.
Hay muchos estudiantes de derecho que piensan que están inaugurando una nueva forma de comprensión de los fenómenos jurídicos. Desdeñan con ligereza lo que sus mayores les puedan enseñar y dicen que ellos van a ejercer la abogacía “a su manera”.
Lo cierto es que todos tenemos mucho que aprender de quienes tienen más experiencia que nosotros. Muchas de las cosas que más me han servido en la vida me las han regalado con sus consejos varios de los mejores profesores que he tenido. Y no solamente en sus clases, sino a veces en conversaciones de pasillo, tomando un café, o en una reunión informal. Es bueno tener una persona (o varias, si es posible) a la que acudir en busca de consejo.

8.     Aprende a tener la razón.
Cuando se trabaja como abogado, no basta con dar opiniones que reflejen inteligencia y comprensión de los asuntos. Para ganar juicios no es suficiente con opinar, sino que se debe aprender a debatir debidamente.
Para ello cobra mucha relevancia conocer a fondo las técnicas de la argumentación jurídica, saber analizar los hechos particulares de cada caso concreto y articular nuestro conocimiento de las normas jurídicas con los materiales probatorios que le van a dar sustento a lo que sostengamos ante las autoridades judiciales.
Se trata, en pocas palabras, de dominar la argumentación jurídica pero no en abstracto o a partir de sus teorías, sino respecto de casos concretos; así como de manejar las reglas en materia probatoria que nos van a permitir acreditar nuestras hipótesis.
Respecto de esto último es cada vez más relevante conocer el funcionamiento de distintos campos de la ciencia; sobre todo si queremos construir argumentos que se puedan acreditar a través de la prueba pericial, basada en conocimientos científicos. Las aportaciones de la ciencia tienen un impacto cada vez más notable para el desenlace de los juicios, de modo que debemos conocer su funcionamiento y alcances para hacerlos valer en nuestro trabajo como abogados. Si quieres ser un experto en la argumentación mira.

9.     Haz listas de pendientes.
Hay muchos estudios sobre el funcionamiento de la mente humana que demuestran que nuestro rendimiento es menor cuando la sobresaturamos de asuntos pendientes.
Como abogados es probable que en algún momento de nuestra carrera estemos llenos de trabajo y que se nos acumulen los temas a los que debemos dedicar nuestra atención. Nos despertamos preocupados con el vencimiento de un término procesal y nos vamos a dormir pensando en llamar al cliente que no nos ha pagado desde hace varios meses.
Todos esos temas pendientes nos restan energía, ya que no solamente los tenemos presentes a lo largo de muchas horas (o días, o semanas, o meses), sino que además los recordamos en el momento menos oportuno y hacemos un esfuerzo para que no se nos olviden.
La forma de contrarrestar ese dispendio de energía mental es hacer una lista de pendientes a la que nos podamos asomar cada mañana para darle un sentido y un rumbo preciso a lo que vamos a hacer.
Podemos incluso hacer varias listas: una de corto plazo (lo que tengo que hacer hoy), una de mediano plazo (lo que debe quedar listo a lo largo del mes o del trimestre) y una de largo plazo (lo que debe ser realizado en no más de tres años).
El contenido de las listas debe ser flexible, de modo que podamos incorporar y sacar de ellas temas con facilidad. Lo que nos parecía importante como un plan de largo plazo hace un año a lo mejor deja de serlo en función del nuevo trabajo que tenemos o de nuestros intereses actuales.
Hay que saber adaptarse al paso del tiempo, aunque si la lista estuvo bien hecha desde el principio (sobre todo, si solamente incluimos objetivos realistas), lo más probable es que los objetivos se mantengan en ella hasta que sean cumplidos.

10.  Buena actitud. 
La actitud con la que enfrentamos la vida puede mejorar si adoptamos pequeños cambios, a veces imperceptibles, que nos van a abrir muchas puertas. Se trata de cosas como sentarse en las primeras filas del salón, mirar a los ojos a las personas con las que estamos hablando, sonreír con frecuencia, adoptar una buena postura corporal, caminar con energía y determinación, etcétera.
Lo que hacemos en el día a día, es lo que somos. No nos podemos reinventar a nosotros mismos cada lunes, pero sí podemos cuidar ciertos aspectos que nos permitan relacionarnos mejor con los demás.
Al fin y al cabo, el ejercicio de la abogacía tiene mucho que ver con las relaciones entre los seres humanos. Es importante la forma en la que nos relacionamos con nuestros clientes, con los jueces y su personal de apoyo, con nuestros colegas abogados, con nuestros profesores, con nuestra familia.
Una actitud positiva y correcta es el primer paso que podemos dar para construir nuestro camino hacia el éxito. La buena noticia es que eso depende enteramente de nosotros mismos. No tenemos que pedirle ni permiso ni perdón a nadie por tener una actitud proactiva, de la cual solamente podrán salir cosas positivas para nosotros. Para abundar sobre este tema mira.

Para terminar.
¿Cómo te gustaría verte dentro de 30 años? Suponiendo que una vida profesional dura alrededor de medio siglo, ¿qué quieres lograr en ese periodo de tiempo que se presta para tantas cosas?
¿Cuándo estés a punto de jubilarte y mires hacia atrás qué te gustaría ver? ¿qué oportunidades no puedes darte el lujo de desaprovechar? ¿qué tienes que hacer para encaminarte hacia una ruta que te asegure prosperidad personal, profesional y patrimonial? ¿cómo puedes utilizar de mejor manera tus conocimientos jurídicos para servir a la comunidad?
Estoy seguro que las respuestas a muchas de esas preguntas pueden ser halladas en las diez cosas que te acabo de exponer y que, por desgracia, no siempre nos las explican cuando estudiamos la carrera de derecho. Empieza hoy a dar los pasos necesarios para contestarlas correctamente. No vale la pena esperar.

Si quieren profundizar más y ser estudiantes de excelencia, les recomiendo las siguientes lecturas:



1) "Cartas a un estudiante de Derecho" de Miguel Carbonell.  También lo puede adquirir aquí














2)  "El Estudio del Derecho" de Jaime Cárdenas.  También lo puede adquirir aquí













3) "Cartas a un joven abogado" de Miguel Carbonell. También lo puede adquirir aquí















4) "Cartas a un profesor de Derecho" de Miguel Carbonell.













5) "Diccionario Jurídico Básico" Miguel Carbonell (coordinador).
















6)  Los honorarios profesionales de los abogados. Lo puede adquirir aquí














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Lee 5 razones para estudiar en el Centro Carbonell



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